Sin embargo y a poco andar los filósofos se dieron cuenta de que confiar tanto en nuestros sentidos tenía sus problemas. Por ejemplo: ¿no nos parece una línea recta el horizonte? Si miramos al cielo, ¿no "vemos" que el sol gira alrededor de la tierra? ¿No sentimos que la tierra está quieta? Hoy sabemos que todas esas percepciones son falsas. La tierra es redonda, gira alrededor del sol y rota sobre sí misma. Otra gran sorpresa. Los hombres modernos se dieron cuenta de que nuestros sentidos, a veces, nos engañan. No todo es tal como lo percibimos. ¿Cuál podía ser entonces una base confiable para la ciencia? Era necesario hacer una nueva propuesta.
El racionalismo
Habíamos dicho que, para la filosofía de la época, el hombre estaba dotado de percepción y de razón. Fue lógico entonces que encontrando algunas fallas en la primera de las opciones, buscaran en la razón la fuente de fundamentación para el conocimiento. René Descartes (1596- 1650), filósofo ginebrino, es considerado una de las principales figuras de esta nueva corriente de pensamiento: el racionalismo. Por oposición al empirismo, Descartes propuso un nuevo método para alcanzar la certeza en el conocimiento. El punto de partida para este filósofo era la duda metódica. ¿Por qué proponer la duda como primer paso para alcanzar un conocimiento seguro? Porque para Descartes nuestros sentidos nos podían llevar a conocimientos equivocados, nos podían 'conducir a engaños', como ya ejemplificamos en el apartado anterior. Nuestra razón, reflexionando sobre la información que nuestros sentidos nos brindaban, nos permitía comprender que los datos empíricos no siempre reflejaban la realidad y, por lo tanto, era conveniente dudar de ellos. En consecuencia, estos datos no podían ser el punto de partida fiable del conocimiento. Descartes propuso llevar la duda hasta sus últimas consecuencias y argumentó que, si hacíamos esto (dudar de todo lo que vemos, de lo que tocamos, de lo que oímos) nos quedaba un elemento del que no podíamos dudar: el hecho de que estábamos dudando. Podíamos dudar porque éramos seres racionales. La razón, en consecuencia, se convertía en lo único de lo que no se podía dudar y era a partir de ella (y no de los sentidos) desde donde era posible construir un conocimiento científico.
De las cosas que se pueden poner en duda
Hace ya algún tiempo que me he dado cuenta de que desde
mis primeros años había admitido como verdaderas una
cantidad de opiniones falsas y que lo que después había
fundado sobre principios tan poco seguros no podía ser
sino muy dudoso e incierto, de modo que me era preciso
intentar seriamente, una vez en mi vida, deshacerme de
todas las opiniones que hasta entonces había creído y
empezar enteramente de nuevo desde los fundamentos si quería establecer
algo firme y constante en las ciencias. (...) Ahora, pues, (...) me aplicaré
seriamente y con libertad a destruir en general todas mis antiguas opiniones.
Pero no será necesario para cumplir este propósito probar que todas ellas son
falsas, cosa que quizá, jamás lograra llevar a cabo; pero -puesto que la razón
me convence, por lo pronto, de que a las cosas que no son enteramente ciertas
e indudables debo negarles crédito con tanto cuidado como a aquellas que
parecen manifiestamente falsas- bastará el menor motivo de duda que yo
encuentre para ser que las rechace a todas. (...)
Todo lo que he admitido hasta ahora como más verdadero y seguro lo he tomado
de los sentidos o por los sentidos; pero he experimentado a veces que estos
sentidos eran engañosos y es propio de la prudencia no confiar jamás
enteramente en los que nos han engañado una vez. (...)
Rene Descartes
Primera meditación
ACTIVIDAD
Lean atentamente el texto de
Descartes y respondan las
siguientes preguntas redactando
las respuestas con sus propias
palabras, sin hacer copia textual.
1) ¿Cuál fue la tarea que se propuso
emprender el filósofo?
2) ¿Sobre qué base había construido sus
principios hasta ese momento?
3) ¿Qué es lo que originó la duda?
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